septiembre 7, 2001
Haley Joel Osment: Decir grande es quedarse corto
El Mercurio de Chile
María Teresa Villafrade

El próximo 13 de septiembre se estrenaría en Chile la película de Steven Spielberg "Inteligencia artificial" y no cabe duda de que la atención se centrará en esta estrella adolescente con cara de niño cuyo histrionismo tiene a todos deslumbrados. La crítica no escatima elogios para él y algunos ya adelantan que el próximo año será postulado nuevamente al Oscar, esta vez con la firme posibilidad de llevárselo a casa.

Steven Spielberg admitió que no habría podido filmar Inteligencia artificial si este joven actor no hubiese existido. "Tendría que haber esperado a que naciera", dijo. Y ese sí que es un elogio que ya se quisiera cualquier actor de Hollywood. En la cinta futurista interpreta a David, un niño-robot que es adoptado por un matrimonio joven y no logra conquistar el amor de la madre. Una especie de Pinocho del siglo XXI.

Haley, después de matarnos de susto en Sexto sentido como el pequeño que veía a la gente muerta, logró su primera postulación como mejor actor secundario enfrentando rivales de la talla de Tom Cruise, Michael Caine, Michael Clarke Duncan y su último compañero de rodaje, Jude Law. Todos ellos protagonistas de películas que el jovencito no vio por ser menor de edad. En aquella oportunidad, fue evidente su tristeza por no haber ganado la estatuilla, que finalmente se llevó a casa el legendario Michael Caine. Tampoco pudo vanagloriarse de ser el más joven postulante a dicho galardón, ya que Justin Henry (Kramer versus Kramer), a los 8 años, y Brandon D. Wilde (Raíces profundas), a sus mismos 11, se le habían adelantado.

En lo que sí debe sentirse orgulloso es que, a diferencia de muchas otras estrellas infantiles, su carrera vertiginosa y ascendente promete alargarse más allá de la pubertad. Al menos de eso se preocupa su padre, el actor Eugene Osment, quien a estas alturas ya dejó de lado sus ambiciones artísticas personales para dedicarse en cuerpo y alma a manejar al niño prodigio. Era qué no. Si bien se dice que Haley cobra entre uno y dos millones de dólares por filme, la cifra, sin duda, no se repetirá más. No después de Inteligencia artificial, la cinta que permaneció en barbecho por el perfeccionista Stanley Kubrick durante veinte años, y que finalmente vio la luz de la mano del siempre exitoso Steven Spielberg.

"El próximo año se llevará probablemente la estatuilla por ese filme", dijo, sin una pizca de envidia, Trevor Morgan, su compañero de edad y de reparto en Sexto sentido. La revista The Hollywood Reporter destacó tras el estreno: "Si hay algo en lo que audiencia y crítica coinciden, es en la interpretación elegante y con pasión que ofrece Haley Joel Osment".

Dicen que su madre en la vida real, Theresa profesora de colegio, lloró de emoción durante la escena más dramática de la cinta, cuando el pequeño David se ve abandonado en el bosque por su progenitora de ficción, encarnada por la actriz Frances OConnor.

El secreto de tanto talento lo confiesa él mismo: "Una de las cosas más importantes que me dijo mi padre es que actuar es creer, que tienes que creer lo que te está ocurriendo en la escena, y si lo consigues, eso le llega al espectador". Fácil decirlo, ¿no?

La trama del filme es un poco complicada, ya que el matrimonio que adopta al niño-robot lo hace porque su hijo auténtico está postrado en coma. Sin embargo, este se recupera y David pasa a ser el malo de la película. Con la ayuda de un robot adulto recorre un distrito rojo de casas de prostitución, solo con el propósito de encontrar a su hada madrina. Entre medio encuentra una capilla católica y el chico termina rezándole a una estatua para que le devuelva el amor de sus padres.

El viejo chico

Más menudo de lo que se aprecia en pantalla no supera el metro veinticinco de altura, su apariencia se asemeja más a la de un viejo chico. Destila madurez por donde se le mire: juega golf como los dioses avalado por el propio Bruce Willis, es ferviente lector de Tolkien y de Edgar Allan Poe, y se declara un vegetariano que no le hace asco al pollo y al pescado.

Nació el 10 de abril de 1988, obviamente en Los Ángeles, California, hasta donde su familia se trasladó buscando la fama, claro que no para él, sino para el padre. Junto a su hermana menor Emily asiste como cualquier hijo de vecino a una escuela pública donde cursa octavo grado. Entre sus clases favoritas menciona ciencia, lenguaje, historia y matemática; y tiene como grupo rockero de cabecera a REM. Sus amigos todavía lo ven sacando la basura de su casa como si no fuera el millonario sostén del hogar: "Todo esto de la actuación no cambia nada la forma en la que me tratan en casa o mis amigos. Mis padres han hecho un buen trabajo educándome", señaló, sensato.

Lo que pasa es que Haley Joel nombre que escogieron sus progenitores buscando originalidad empezó en estas lides a la temprana edad de 5 años. Debutó en la pantalla chica en un comercial de Pizza Hut y con una frase premonitoria: "Decir grande es quedarse corto". Luego participó en una efímera serie televisiva, Thunder Alley, que le sirvió de trampolín para llegar como hijo de Candice Bergen en el último año de transmisión de la popular Murphy Brown. Después conmovió en Ally McBeal con su actuación de un niño decidido a llevar a Dios a los tribunales por el cáncer que le hacía padecer. Lo suyo es estremecer a la audiencia.

Su primer papel en el cine lo obtuvo en 1994 como hijo de Tom Hanks en el premiado filme Forrest Gump: ¡qué buen ojo! Pero aquí la gloria se la lleva Eugene Osment, su padre, quien lee todos los guiones y hace la selección. Dos años después, en Bogus, compartió estelaridad con Gerard Depardieu y Whoopi Goldberg, y en 1999 vino la consagración junto a Bruce Willis en Sexto sentido. "El niño es un verdadero prodigio. Entiende su trabajo mejor que casi todos los adultos que he conocido y expresa una pureza que no se puede describir con palabras", dijo el director indio de la taquillera película M, Night Shyamalan. No ganó el Oscar, pero sí dos premios al mejor actor infantil, uno otorgado por la Sociedad de Críticos de Filmes en Línea; y el otro, por Broadcast Filme Critics Association.

La tentación de realizar una segunda parte de Sexto sentido es fuerte, mal que mal recaudó más de 661 millones de dólares en todo el mundo, pero Haley ha dicho que no participará, porque no quiere encasillarse como "niño terrorífico". Claro que se trata de una decisión que puede variar con una suculenta oferta económica.

El año pasado actuó en Cadena de favores, opacando a sus colegas de reparto Kevin Spacey y Helen Hunt. Ambos ganadores de Oscar por otros filmes se deshicieron en elogios para el pequeño gran artista: "No es un actor joven, es un actor extraordinario", dijo el primero. "Tiene todas las cualidades de las que hablamos cuando mencionamos a Jack Nicholson, Kevin Spacey o Tom Hanks, o las que a mí me gustaría conseguir algún día", fue el comentario de la Hunt.

El chico no es tacaño con su voz y la ha prestado para varias cintas animadas como El jorobado de Notre Dame 2. Ha estado en películas menos logradas como Mezcla de nueces y Recordaré abril, pero eso es lo de menos porque Haley es el actor joven más reconocido del momento.

Ahora, con Inteligencia artificial se esmeró a tal extremo que dejó de pesta- ñear normalmente para aumentar el aire irreal del niño-robot David. ¿Le darán finalmente el ansiado premio de la Academia? La apuesta es que sí. Hollywood no dejará pasar por alto una estrella infantil tan talentosa, al menos no permitirá que crezca sin darle su merecido.

Otros niños prodigios


La industria cinematográfica estadounidense tiene una larga tradición en la producción de niños actores. "Basta que uno de ellos empiece a destacarse más de la cuenta para que de inmediato se aglutine en torno a él toda una maquinaria de gente destinada a sacar adelante la estrella y a usufructuar de su brillo", dice nuestro crítico de cine Ascanio Cavallo, quien estima que el sueldo de Haley Joel Osment debe empinarse actualmente por sobre los siete millones de dólares por película. "Hay que pagarle a una increíble cantidad de profesionales cuya misión es alejar al chico de todo contacto con el mundo exterior y con la prensa; es más fácil ver a Dios que a estos artistas", agrega.

La regla general es que el éxito de estos niños prodigios no llega a la adultez y, por lo tanto, el tiempo juega en contra. Elizabeth Taylor y Jodie Foster son las excepciones. Drew Barrymore no cuenta, porque pasó una temporada en el infierno de las drogas durante su difícil adolescencia antes de retomar la senda fílmica.

La lista de pequeños actores es bastante extensa si partimos de Shirley Temple y Judy Garland en adelante. Pero en el tiempo presente está Victoire Thivisol, la francesita que a los cuatro años recibió el premio a la mejor actuación en su país por su papel de Ponette en la cinta del mismo nombre. También actuó en Chocolate, con diez años de edad, junto a Juliette Binoche y Johnny Deep.

El estadounidense Jeffrey Myles, de 10 años, se hizo conocido como el hijo de John Travolta en la película Contracara y más recientemente en Geppeto. En Billy Elliot estuvo Jamie Bell como el adolescente que cambia los guantes de boxeo por las zapatillas de ballet, lo que le hizo merecedor del premio Bafta, equivalente en Gran Bretaña a los Oscar estadounidenses. Otro chico que promete triunfar es Daniel Radcliffe, actor británico de 11 años de edad, escogido para el esperado filme Harry Potter y la piedra del hechicero, desplazando a Haley Joel Osment como candidato. Este bien picado por no haber obtenido el papel dijo que llevar a Potter al cine "arruinará la novela para muchos niños que aún no la han leído".

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