junio 16, 2001
El primer niño robot con capacidad de amar une el cine de Spielberg y Kubrick
El País de España
Rocío Ayuso

La proyección de 'Inteligencia artificial' en Los Ángeles fue recibida con cierta frialdad

Es el futuro. La humanidad es capaz de crear robots para cualquiera de sus necesidades, pero necesita controlar la natalidad dada la escasez de recursos naturales. En ese mundo habita David, el primer robot capaz de amar, cuyo sueño es convertirse en un niño de verdad. AI (Inteligencia artificial), la esperada película que despeja una de las mayores incógnitas de la temporada, como es la unión de dos sensibilidades tan dispares como las de Steven Spielberg y Stanley Kubrick, fue proyectada ayer en Los Ángeles para periodistas llegados de todo el mundo. El filme fue acogido con frialdad.

La película que Stanley Kubrick nunca pudo realizar llegó a los oídos de Steven Spielberg en 1985 de boca del mítico director. Kubrick está muerto, pero cuando el público se siente a ver el oleaje con el que se inicia AI no sabrá si está asistiendo a la última obra del autor de Espartaco o a la nueva creación del director de ET. El filme se estrenará en Estados Unidos el 29 de junio, y en España está prevista para el 21 de septiembre.

Spielberg, o Kubrick, introduce al espectador en un mundo de seres mecas (diminutivo de mecánicos) y orga (orgánicos) donde David (Haley Joel Osment), el primer robot capaz de amar, pasa a formar parte de una familia de humanos donde su único sueño es 'ser un niño de verdad'. Sin la aceptación de humanos o robots y con un oso de peluche como único aliado, David comenzará una larga búsqueda de su hada madrina que le llevará del infierno de los mecas, en el Flesh Fair al cielo del placer, en Rouge City, o a las frías aguas que inundan Manhattan, conociendo a su creador y su futuro, y con Joe Gigolo-el gigolo meca que interpreta Jude Law- como guía en la búsqueda del cariño de su madre.

Atracción

Como ha descrito la viuda del realizador de 2001: Una odisea en el espacio, Christiane Kubrick, la atracción entre su marido y Spielberg se asemeja a una unión de polos opuestos, la historia del creador que estaba intrigado por aquellos que saben atraer al público en masa con su arte y del artista de variedades que siempre aspira a mayores artes. 'Steven llegó a la cocina de Stanley y estoy seguro de que éste ya tenía el título de crédito en su cabeza: una producción de Stanley Kubrick dirigida por Steven Spielberg', recuerda Jan Harlan, cuñado del fallecido realizador, además de productor de sus últimos títulos y ahora de AI. Esta colaboración nunca llegó a materializarse y no por falta de ganas de Kubrick, que hasta hizo que Spielberg se instalara una línea privada de fax en su dormitorio, alejada de cualquier curioso, en la que poder ir mandándole las ideas de guión, los bocetos, o los paneles de storyboard en los que llevaba años trabajando. Según aquellos que le conocieron, Kubrick quería conseguir con esta historia el éxito comercial que Spielberg sabía cómo lograr. Para Spielberg estaba el reto de adquirir esa integridad artística por la que Kubrick ha dejado su huella en la historia del cine.

Durante las más de dos horas y media de película, AI camina entre estas dos aguas, dividida claramente en tres actos. El primero es el que mantiene las claves más cercanas a Kubrick y a su manera de narrar, con una frialdad patente en sus planos y con un punto de vista bajo en la cámara utilizando grandes angulares. El segundo se asemeja a anteriores obras de ambos. En el tercer acto, el uso de la luz y la música recuerda a Encuentros en la tercera fase y no deja duda de que es una creación de Spielberg. Sin embargo, aquellos que han trabajado con él han subrayado las diferencias. Según Stan Winston, Spielberg ha sido en esta ocasión más exigente que nunca. Conocido por su agilidad en los rodajes, en esta película no ha dudado en repetir las tomas más de que lo hace habitualmente.

El fiel compañero de David

Los primeros pases de AI, película en la que se han invertido 90 millones de dólares (17.640 millones de pesetas), fueron recibidos con tibieza entre un público compuesto casi en su totalidad por periodistas de todo el mundo congregados en el cine Steven J. Ross, de los estudios Warner en Los Ángeles. La expectación no ha podido ser mayor dadas las escasas gotas de información ofrecidas hasta ahora sobre la nueva película de Steven Spielberg, trazada sobre las ideas, nunca hechas realidad, de Stanley Kubrick. Sin embargo, una vez finalizada la proyección, los aplausos fueron escasos y aún más escaso el número de espectadores que se quedaron durante los títulos de crédito.

El silencio en el que transcurrieron las más de dos horas y media de película sólo se vio entrecortado por algunas risas generadas por Teddy, el osito de peluche del filme, que recuerda a un ewok con la voz del HAL 9000. El fiel compañero de David es el elemento entrañable de la película, el mismo al que Spielberg respetó el nombre en recuerdo a Kubrick, pero que él hubiera bautizado Jingle Bells, como su verdadero osito. El filme tiene numerosos referentes visuales, desde Encuentros en la tercera fase, ET o El retorno del Jedi, hasta Tron, Mad Max y Fievel, pasando por El principito, Bicentennialman y Blade Runner.

Hubo quien reconoció haber llorado durante la proyección, pero también quien aceptó haber cabeceado en el transcurso de esta irregular cinta. Finalizada la película, no se sabe con certeza si pertenece al estilo Kubrick o si Spielberg se ha hecho con ella.

http://www.elpais.es/articulo.html?anchor=elpepicul&xref=20010616elpepicul_7&type=Tes&d_date=20010616